A fines del 2009, con mi amigo Sebastián, planeabamos ir a Tandil. Prestos a partir, mi madre sufre un ACV, motivo suficiente para postergar el viaje.
Entre trabajos e hijos, a veces se hace difícil volver a coordinar una fecha.
Paso el tiempo, y casi un año después programamos un fin de semana en Paraná, Entre Rios.
Allí yo tengo familiares, que nos alojarían y nos darían de comer también, por lo cual el gasto se reducía notablemente y se limitaba a combustible, peajes y algún otro menester.
Momentos antes de salir ya empezamos a sufrir algunos inconvenientes, los cuales en principio los tomamos con la mejor onda y una sonrisa.
La Jawa 350 de mi amigo, se quedaba sin luces de freno...
Ya solucionado el 1er inconveniente, y con los motores en calentamiento, avisé a destino que estábamos pronto a partir, calculando que en unas 7 hs más llegaríamos, como para que estén avisados y con el asado listo.
Nada más, salimos. Contentos con nuestro primer viaje juntos.
Ni bien entramos en Autopista del Sol (la vieja Panamericana) mi chinita comienza a fallar. Yo (que de mecánica no entiendo nada) sentía que no tenía potencia, que aceleraba y no pasaba nada... Pero bueno, la falla duró solo segundos. En mi ignorancia pensé que podría haber sido alguna basura en el carburador o algo así.
Seguimos viaje sin problemas, llegamos a Rio Tala, habíamos hecho 170 km y considerábamos un buen momento para descansar unos minutos, tomar unos mates, un puchito y después seguir. Llevábamos un muy buen tiempo de viaje (reloj)
Yo revisé mi moto y le inculqué al gordo que haga lo mismo.
A desgano lo hizo, porque según el, no podía tener inconveniente alguno ya que la Jawa hacia apenas 350 km la había sacado de la consecionaria de 0KM.
Pero... Vaya sorpresa!!!
Casi no tenía aceite. La había perdido.
Manteníamos las sonrisas, completábamos el nivel y seguíamos viaje. La familia al tanto y sorprendida por el buen tiempo que llevábamos. Apenas pasadito el medio día ya nos esperaban y nosotros nos re lamíamos de solo imaginarlo.
Pero a veces no todo es como uno quiere, y las cosas por algo pasan...
Entrabamos en Rosario, y arriba de la Av. Circunvalación, mi moto empieza a fallar de nuevo, tanto que casi no aceleraba, no avanzaba, no nadaaaa.
Al ver una bajada me largue, con la suerte que había una estación de servicio donde antes que nada opte por llenar el tanque, ya que yo seguia ilusionado con que la falla estuviese originada en el combustible, el carburador o algo por el estilo.
Pero no... La falla seguia, la moto no andaba y si faltaba algo, al mirar a mi amigo me doy cuenta que había más, que había algo más que no funcionaba. El también estaba en problemas. Había perdido casi toda el aceite de nuevo.
Había que empezar a tomar decisiones. Así no se podía seguir.
Lo primero fue no preocupar a la familia. Llamé, explique, y ante mi sorpresa, escucho un "Bueno, mejor"!!! Chan que paso??? De pronto allá también surgieron problemas, los que hacían un inconveniente más si nosotros íbamos....
La verdad se complicaba cada vez más, nuestras sonrisas se desdibujaban y el mal humor crecía a más no poder.
Echamos una mirada rápida, no conocíamos, debíamos preguntar. Necesitábamos al menos un mecánico como para poder solucionar los inconvenientes mecánicos y pegar la vuelta.
Al primero que vimos era el playero. Me acerqué, le expliqué, me contestó.
-No tengo idea, no soy de acá, vivo en Santa Fé. (ya no me gustó, poco creible)
El segundo, un patrullero. Le expliqué, le dije que eramos de Bs. As., me contestó:
-De donde, ¿de Buenos Aires?, vuélvanse.
Ya no sabía como hacer para controlar mi mal humor. Mi cadena se cortaba en cualquier momento. Porteño, escorpiano y de mal humor. Combo perfecto.
El tercero, un correo motorizado. Este una soga me tira pensé.
Pero bueno, al menos le puso ganas. El chabón iba en bicicleta a trabajar, los services de las moto los hacia la empresa y mucha idea no tenía pero al menos nos dijo más o menos como llegar hasta una consecionaria donde el pensaba que nos podían ayudar.
Allá fuimos, despacito, como podíamos. Llegamos, era la hora de las brujas, la hora de la siesta, en la que cerraban. Hacía calor.
Pudimos hablar con un empleado. Muchas ganas no le puso. Según el solo hacían motos de arriba de los 500 cm3, yo ya a punto de estallar, le pregunte:
-Y todas estas porongas, quien mierda las atiende. Ya me quería boxear con el primero que se me cruce.
Y se me cruzó nomás.
Por el espejo veo aparecer una chopera, ¿el vago? típica vestimenta, más unas patillas al mejor estilo caudillo riojano. Mauro.
Lo encaré, ya no de la mejor forma, debo reconocerlo.
Resultó ser nuestro ángel de la guarda.
Sin dudarlo, nos auxilió, nos escoltó hasta la casa de su mecánico y amigo de confianza. Daniel.
Apareció, un personaje.
Imagínenlo.
Pantalones cortos onda mundial de Argentina 1978, camisetilla, chanchetas y anteojos oscuros.
Cuando lo veo, lo saludo y le pido nos disculpe por haberle arruinado la siesta. A lo que me contesta que aún no se había acostado, que recién volvía de haber estado de joda y mujeres toda la noche... Ah, eran las ¿15hs?
Revisó las motos, la mía, embrague, la otra una manguera.
Para matizar, nos fuimos a comer a la costanera, a dormir bajo el puente, había que hacer tiempo, nos había prometido tenerlas lista para última hora.
El tipo cumplió. Nos solucionó los inconvenientes.
Ya podíamos ¿seguir? ¿volver?
Ya habíamos gastado más plata de lo que teníamos y venía todo complicado.
Lo mejor era pasar la noche y al día siguiente regresar, con la cabeza en alto y los bolsillos rotos.
Nos fuimos a un camping, en Granadero Baigorria.
Al momento de irnos a dormir, de pronto sonó el teléfono. ¿Quien? el mecánico.
Nos proponía salir a dar una vuela y conocer la noche rosarina. A su juego lo llamaban.
Nosotros ya estábamos jugados.
Hicimos un city tour, nos fuimos de bares.
Listo, nos vamos a dormir, mañana nos volvemos.
Naaa, no jodan. Tengo una lancha en la guardería. Mañana nos vamos a pescar y a comer un asado a la isla. Total... uds ya gastaron más de lo que tenían y se quedaron sin vacaciones pero les quedan los días, no tienen apuro por volver.
No estaba mal la idea, seguíamos jugados.
¿Tarjeta? mata galán y quien nos quita la bailado?
Como verán empezábamos a recobrar el humor, pero aún faltaba alguien...
Mauro.
No lo mencioné en todo el relato.
Se puso celoso, porq lo habíamos dejado en la costa. El trabajaba, nosotros no. Y Daniel, había decidido que tampoco lo haría.
A la noche, ya en tierra firme, nos volvimos a juntar. esta vez para cerrar nuestra estadía y brindar por una nueva amistad que comenzaba todo gracias a la solidaridad de Mauro y Daniel.
Como dijo alguien alguna vez.
Rosario siempre estuvo cerca.
Cuando podemos, nos volvemos a ver después de 4 años.
Que dure y perdure.
Saludos.
Entre trabajos e hijos, a veces se hace difícil volver a coordinar una fecha.
Paso el tiempo, y casi un año después programamos un fin de semana en Paraná, Entre Rios.
Allí yo tengo familiares, que nos alojarían y nos darían de comer también, por lo cual el gasto se reducía notablemente y se limitaba a combustible, peajes y algún otro menester.
Momentos antes de salir ya empezamos a sufrir algunos inconvenientes, los cuales en principio los tomamos con la mejor onda y una sonrisa.
La Jawa 350 de mi amigo, se quedaba sin luces de freno...
Ya solucionado el 1er inconveniente, y con los motores en calentamiento, avisé a destino que estábamos pronto a partir, calculando que en unas 7 hs más llegaríamos, como para que estén avisados y con el asado listo.
Nada más, salimos. Contentos con nuestro primer viaje juntos.
Ni bien entramos en Autopista del Sol (la vieja Panamericana) mi chinita comienza a fallar. Yo (que de mecánica no entiendo nada) sentía que no tenía potencia, que aceleraba y no pasaba nada... Pero bueno, la falla duró solo segundos. En mi ignorancia pensé que podría haber sido alguna basura en el carburador o algo así.
Seguimos viaje sin problemas, llegamos a Rio Tala, habíamos hecho 170 km y considerábamos un buen momento para descansar unos minutos, tomar unos mates, un puchito y después seguir. Llevábamos un muy buen tiempo de viaje (reloj)
Yo revisé mi moto y le inculqué al gordo que haga lo mismo.
A desgano lo hizo, porque según el, no podía tener inconveniente alguno ya que la Jawa hacia apenas 350 km la había sacado de la consecionaria de 0KM.
Pero... Vaya sorpresa!!!
Casi no tenía aceite. La había perdido.
Manteníamos las sonrisas, completábamos el nivel y seguíamos viaje. La familia al tanto y sorprendida por el buen tiempo que llevábamos. Apenas pasadito el medio día ya nos esperaban y nosotros nos re lamíamos de solo imaginarlo.
Pero a veces no todo es como uno quiere, y las cosas por algo pasan...
Entrabamos en Rosario, y arriba de la Av. Circunvalación, mi moto empieza a fallar de nuevo, tanto que casi no aceleraba, no avanzaba, no nadaaaa.
Al ver una bajada me largue, con la suerte que había una estación de servicio donde antes que nada opte por llenar el tanque, ya que yo seguia ilusionado con que la falla estuviese originada en el combustible, el carburador o algo por el estilo.
Pero no... La falla seguia, la moto no andaba y si faltaba algo, al mirar a mi amigo me doy cuenta que había más, que había algo más que no funcionaba. El también estaba en problemas. Había perdido casi toda el aceite de nuevo.
Había que empezar a tomar decisiones. Así no se podía seguir.
Lo primero fue no preocupar a la familia. Llamé, explique, y ante mi sorpresa, escucho un "Bueno, mejor"!!! Chan que paso??? De pronto allá también surgieron problemas, los que hacían un inconveniente más si nosotros íbamos....
La verdad se complicaba cada vez más, nuestras sonrisas se desdibujaban y el mal humor crecía a más no poder.
Echamos una mirada rápida, no conocíamos, debíamos preguntar. Necesitábamos al menos un mecánico como para poder solucionar los inconvenientes mecánicos y pegar la vuelta.
Al primero que vimos era el playero. Me acerqué, le expliqué, me contestó.
-No tengo idea, no soy de acá, vivo en Santa Fé. (ya no me gustó, poco creible)
El segundo, un patrullero. Le expliqué, le dije que eramos de Bs. As., me contestó:
-De donde, ¿de Buenos Aires?, vuélvanse.
Ya no sabía como hacer para controlar mi mal humor. Mi cadena se cortaba en cualquier momento. Porteño, escorpiano y de mal humor. Combo perfecto.
El tercero, un correo motorizado. Este una soga me tira pensé.
Pero bueno, al menos le puso ganas. El chabón iba en bicicleta a trabajar, los services de las moto los hacia la empresa y mucha idea no tenía pero al menos nos dijo más o menos como llegar hasta una consecionaria donde el pensaba que nos podían ayudar.
Allá fuimos, despacito, como podíamos. Llegamos, era la hora de las brujas, la hora de la siesta, en la que cerraban. Hacía calor.
Pudimos hablar con un empleado. Muchas ganas no le puso. Según el solo hacían motos de arriba de los 500 cm3, yo ya a punto de estallar, le pregunte:
-Y todas estas porongas, quien mierda las atiende. Ya me quería boxear con el primero que se me cruce.
Y se me cruzó nomás.
Por el espejo veo aparecer una chopera, ¿el vago? típica vestimenta, más unas patillas al mejor estilo caudillo riojano. Mauro.
Lo encaré, ya no de la mejor forma, debo reconocerlo.
Resultó ser nuestro ángel de la guarda.
Sin dudarlo, nos auxilió, nos escoltó hasta la casa de su mecánico y amigo de confianza. Daniel.
Apareció, un personaje.
Imagínenlo.
Pantalones cortos onda mundial de Argentina 1978, camisetilla, chanchetas y anteojos oscuros.
Cuando lo veo, lo saludo y le pido nos disculpe por haberle arruinado la siesta. A lo que me contesta que aún no se había acostado, que recién volvía de haber estado de joda y mujeres toda la noche... Ah, eran las ¿15hs?
Revisó las motos, la mía, embrague, la otra una manguera.
Para matizar, nos fuimos a comer a la costanera, a dormir bajo el puente, había que hacer tiempo, nos había prometido tenerlas lista para última hora.
El tipo cumplió. Nos solucionó los inconvenientes.
Ya podíamos ¿seguir? ¿volver?
Ya habíamos gastado más plata de lo que teníamos y venía todo complicado.
Lo mejor era pasar la noche y al día siguiente regresar, con la cabeza en alto y los bolsillos rotos.
Nos fuimos a un camping, en Granadero Baigorria.
Al momento de irnos a dormir, de pronto sonó el teléfono. ¿Quien? el mecánico.
Nos proponía salir a dar una vuela y conocer la noche rosarina. A su juego lo llamaban.
Nosotros ya estábamos jugados.
Hicimos un city tour, nos fuimos de bares.
Listo, nos vamos a dormir, mañana nos volvemos.
Naaa, no jodan. Tengo una lancha en la guardería. Mañana nos vamos a pescar y a comer un asado a la isla. Total... uds ya gastaron más de lo que tenían y se quedaron sin vacaciones pero les quedan los días, no tienen apuro por volver.
No estaba mal la idea, seguíamos jugados.
¿Tarjeta? mata galán y quien nos quita la bailado?
Como verán empezábamos a recobrar el humor, pero aún faltaba alguien...
Mauro.
No lo mencioné en todo el relato.
Se puso celoso, porq lo habíamos dejado en la costa. El trabajaba, nosotros no. Y Daniel, había decidido que tampoco lo haría.
A la noche, ya en tierra firme, nos volvimos a juntar. esta vez para cerrar nuestra estadía y brindar por una nueva amistad que comenzaba todo gracias a la solidaridad de Mauro y Daniel.
Como dijo alguien alguna vez.
Rosario siempre estuvo cerca.
Cuando podemos, nos volvemos a ver después de 4 años.
Que dure y perdure.
Saludos.